
José Cortazar Navarrete.- Mérida, Yuc. 10 de diciembre. – Las fiestas guadalupanas en México se encuentran entre las celebraciones religiosas más importantes del país. La Vírgen de Guadalupe -Emperatriz de América- es un lazo católico muy fuerte y simbólico para cientos de millones de fieles, que con fervor y dedicación participan con rezos, cantos, visitas y mandas a sus santuarios, novenas y misas por el acontecimiento de su aparición hace 491 años.
Las fiestas guadalupanas marcan también para los mexicanos, el inicio de las fiestas decembrinas que se completan hasta enero, en las fiestas de Reyes, siguiendo el rito católico antiguo. Dentro de las celebraciones católicas se vive la fe guadalupana pero muy se valora al Santo San Juan Diego, considerado el primer indígena latinoamericano elevado a este rango.
Cuauhtlatoatzin, nombre original del Santo, nació en la pequeña población de Cuauhtitlán, -a las afueras de la primera capital de Nueva España en 1474, perteneciente a una humilde familia chichimeca, vivió sus primeros años en esa hacienda campesina, dedicándose al cultivo de la tierra.
Cuauhtlatoatzin que en náhuatl significa: “el que habla como águila» o «águila que habla», tuvo una infancia muy sencilla, ya que, su familia pertenecía al grupo más bajo de la comunidad, según narran sus biografos.
La primera mención de Cuauhtlatoatzin se encuentra en el documento ‘Nican mopohua’, – que signfica “Aquí Se Narra” relato que se incluye en el manuscrito Huei Tlamahuiçoltica en náhuatl de las apariciones de la Virgen María en la Nueva España, publicado por primera vez en 1649 -101 años después, de la supuesta fecha de la muerte de Juan Diego, escrito por el investigador Luis Lasso de la Vega, en 1560.
Huei Tlamahuiçoltica que describe “El Gran Acontecimiento”, cuyo título completo es Huei tlamahuiçoltica omonexitì in ilhuicac tlàtòcaçihuapilli Santa Maria totlaçònantzin Guadalupe in nican huei altepenahuac Mexìco itocayòcan Tepeyacac -El gran acontecimiento con que se le apareció la Señora Reina del cielo Santa María, nuestra querida Madre de Guadalupe, en el lugar nombrado Tepeyac.
Otra versión, atribuida al fraile Antonio Valeriano de Azcapotzalco un indígena letrado por conventos jesuitas y que presuntamente habría escrito el primer manuscrito en 1556, destaca el conocimiento de la vida de Cuauhtlatoatzin-Juan Diego
En estas primeras narraciones, Cuauhtlatoatzin es descrito en sus atribuciones de persona trabajadora, “era un «macehualli», o «pobre indio». La historia religiosa narra que, Cuauhtlatoatzin hablándole a Nuestra Señora de Guadalupe, se describe como: «un hombrecillo» o un don nadie, se detalla en la obra.
Según Lazo de la Vega, Cuauhtlatoatzin se dedicó a trabajar la tierra y cosechar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda. Más adelante, -no hay fecha establecida- contrajo matrimonio con una nativa sin llegar a tener hijos.
Debido al proceso de catequización, Cuauhtlatoatzin y su esposa fueron bautizados ya adultos, recibiendo los nombres de Juan Diego y María Lucía, por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios «Motolinia» o » el pobre», por su extrema gentileza y piedad y las ropas raídas que vestía, sin que se conozca fecha exacta de dicho bautismo.
La fe católica al realizar las investigaciones sobre la vida de Cuauhtlatoatzin-Juan Diego, destaca que, este humilde campesino, fue él indígena que presenció la aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531, cuando Cuauhtlatoatzin-Juan Diego tenía 57 años.
Las narraciones de las apariciones de la Vírgen de Guadalupe se han desarrollado de manera sucesiva a lo largo del tiempo, incluyéndose descripciones, investigaciones y documentación sobre este suceso que marca la vida religiosa de la población mexicana, pero muy poco o nada, del único testigo de este hecho trascendental.
Los acontecimientos guadalupanos dan cuenta de cuatro apariciones de la Vírgen de Guadalupe. La primera ocurrió el 9 de diciembre de 1531, cuando la Virgen se le apareció al indio Juan Diego, en el cerro del Tepeyac. La virgen le pidió a Juan Diego que le dijera al obispo Juan de Zumárraga, que deseaba que le fuera construida una Iglesia en el lugar de la aparición.
Una segunda aparición se narra el sábado 9 de diciembre de 1531, aproximadamente a las 5 de la tarde ante el humilde campesino quien intenta no entender dicho momento. La tercera aparición se cumplió el domingo 10 de diciembre como a las 3 de la tarde, cuando el pastor acudía a los menesteres religiosos. La cuarta y última aparición se registró el martes 12 de diciembre muy de madrugada cuando Cuauhtlatoatzin-Juan Diego acude al pueblo a buscar un médico ante la gravedad de su tío.
Las versiones religiosas indican que, aquella madrugada del día 12 de diciembre sucede el milagro de sanación al tío de Cuauhtlatoatzin-Juan Diego y de penitencia, la Virgen mandó recoger en su ayate, bellísimas rosas fuera de temporada y llevarlas ante el Obispo.
La historia cuenta que, el obispo Zumárraga desató del cuello de Juan Diego la manta en que apareció la imagen de la Reina del Cielo y fue a ponerla en su oratorio. “Estas todas son las noticias, que tengo, y esto dicho, lo que siento. Y todo lo sujeto à la correcion de nuestra santa Madre Iglesia Catholica, y à sus censores Apostólicos, concluye el bachiller Bernardo Calderón, quien narró los acontecimientos.
La humilde tilma fue la revelación mística: colocada con decencia la imagen, dio las gracias a Nuestro Señor y a su gloriosa Madre, narra el fraile Becerra Tanco en otro texto documental.
Siguiendo el deseo de la Vírgen, quien demandó “Quiero mucho y deseo vivamente que en este lugar me levanten mi ermita. En ella mostraré y daré a las gentes todo mi amor, mi compasión, mi ayuda y mi defensa” se describe en el Nican mopohua.
Tras las apariciones y el seguimiento del desarrollo de la leyenda guadalaupa, la iglesia católica construyó la primera ermita en las faldas del cerro del Tepeyac, sitio al que, Cuauhtlatoatzin-Juan Diego continuó asistiendo.
Según se establece, Cuauhtlatoatzin-Juan Diego murió en 1548 a la edad de 74 años, en el pueblo de Tepeyac, 17 años después de las apariciones, se desconoce el sitio de su sepultura o recinto donde reposen sus restos..
En la homilía de canonización de San Juan Diego el 31 de julio de 2022, el Papa Juan Pablo II dijo: “Yo te alabo Padre, porque has escondidio cosas a los sabios y tenetendios y las has revelado a la gente sencilla”.
Fue beatificado en 1990 y canonizado en 2022, en ambos casos por el papa Juan Pablo II. Juan Diego es el primer santo indígena de América y el tercer santo mexicano en ser canonizado tras San Felipe de Jesús y el grupo de 27 mártires de la Guerra Cristera. (Imágenes de Internet)