
José Cortazar Navarrete.- Mérida, Yuc. 20 de marzo. – La arquidiócesis de Yucatán, divulgó el decreto emitido por la Santa Sede, dirigida a sacerdotes, diáconos y la grey católica para orar y cuidar el vital líquido, en el marco del Día Mundial del Agua. Monseñor Gustavo Rodríguez Vega hizo público el decreto que establece la responsabilidad, cuidado y condiciones del agua ante los retos que enfrenta la humanidad por la falta de este insumo necesario para la preservación de la vida.
En la carta dada a conocer este día, Rodriguez Vega señala “como bien señala el Papa Francisco en el título del presente decreto, el agua tiene que estar siempre disponible ¡primeramente para las personas!”.
–En las Sagradas Escrituras podemos encontrar un sin número de textos bíblicos que hacen alusión a la sacralidad de nuestra hermana agua, como le llamaba cariñosamente San Francisco de Asís. De principio a fin, la Biblia es un manantial desde donde podemos nutrir nuestro compromiso cristiano por ser cuidadores de este vital líquido, suscribe el documento.
“También en nuestra cultura maya está muy arraigada la sagrada agua: se continúa haciendo rituales para implorar la lluvia y que ésta haga germinar nuestras sementeras. Igualmente tiene un uso medicinal”, explica.
–Sin embargo, de todos es sabido la creciente crisis hídrica en la que vivimos por falta de cuidado y respeto a la hermana agua: imparable contaminación del manto freático, uso desmedido de plásticos que en el mayor de los casos van a parar en los cuerpos de agua; la privatización de las fuentes de agua, su mercantilización, la extracción desmedida de agua para uso industrial y/o comercial, la contaminación, la deforestación, entre otras tantas causas que ponen en riesgo su bondad y su vitalidad. En algunos lugares de México han asesinado a hombres y mujeres por defender sus cuerpos de agua, sostiene el decreto.
“Desde los inicios de mi servicio pastoral, como V Arzobispo de esta arquidiócesis, percibí con la ayuda de Dios, los problemas que enfrenta la Península en torno al agua, así como la necesidad de actuar pastoralmente; uno de los resultados fue el “Decálogo del Agua”, que aunque nos faltó más publicidad.

Sin embargo, ha llegado a todas las parroquias de esta amada arquidiócesis, y aún en nuestros días se sigue compartiendo. Ese decálogo fue fruto del Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Mérida en el año de 2019, en el cual lo compartimos, explica el líder religioso.
“El Papa Francisco nos va dando todos los días un gran ejemplo de amor y cuidado de este vital y sagrado líquido; en su preciosa encíclica Laudato Si’ nos invita en cada página a una continua conversión ecológica y a cuidar del agua y de toda la creación, especialmente en los números 27 al 33 donde aborda específicamente el problema del agua.
En la Fratelli Tutti n. 117 señala: “Si alguien tiene agua de sobra, y sin embargo la cuida pensando en la humanidad, es porque ha logrado una altura moral que le permite trascenderse a sí mismo y a su grupo de pertenencia”.
El magisterio del Papa Francisco sobre el agua es muy vasto y luminoso, bastaría leer y meditar el discurso pronunciado junto al lago en su visita a Alberta Canadá, el cual resultaría muy edificante para nuestra fe y compromiso ecológico.
Pido a Dios, a todos y cada uno de los fieles, así como a todas las personas de buena voluntad, que podamos acrecentar nuestro compromiso en el cuidado y la oración, con y a través de la hermana agua.
A todos los católicos de nuestra amada arquidiócesis les invito encarecidamente, para que en torno al día 22 de marzo de este año y de todos los años, hagamos una sencilla oración con la hermana agua, ya sea en algún cenote, compartiendo algún ritual maya, o en torno a la pila bautismal de cada templo, para que nos comprometamos a ser cada día mejores cuidadores y defensores del agua, don sagrado de Dios.
Que las parroquias y los decanatos, los colegios católicos y todas las organizaciones pastorales propiciemos un encuentro íntimo con nuestro Creador y Formador a través del agua.
Que el Señor Jesús, que se sumergió en las aguas del río Jordán (cfr. Lc 3, 21-22), quien caminó sobre el agua (cfr. Mt 14, 22s), quien se presentó como médico junto al agua de la piscina de Siloé (cfr. Jn 9, 7), nos impulse a convertirnos en cuidadores del vital líquido, para que lave, no solo nuestros pies (cfr. Jn 13, 5), sino nuestras inmundicias y lleguemos a contemplar la sangre y agua de su costado herido (cfr. Jn 19, 34), y podamos tener sed (cfr. Jn 4, 5ss) de su amor y misericordia.
Les invito a concluir sus actividades (homilías, catequesis, actividades juveniles, reflexiones en sus consejos parroquiales, clases del colegio, etc.) que con tanta creatividad podrían organizar para ese día o en algún día cercano al 22 de marzo con la oración que añado a este mensaje.
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