
Una nueva ley prohíbe la venta, distribución y consumo de comida chatarra en escuelas, pero padres y alumnos desconocen su alcance.

El marco legal que prohíbe la comercialización e ingesta de alimentos no saludables en escuelas ya está en vigor. Sin embargo, una investigación en escuelas públicas de la Ciudad de México muestra que dulces, papas, refrescos y otras golosinas siguen llegando a las aulas, muchas veces sin el conocimiento de padres, maestros y alumnos.
La ley establece que las escuelas deben ser espacios libres de comida chatarra. Esta prohibición incluye la venta interna y los productos que los alumnos traen de sus casas. Los alimentos y bebidas con sellos de advertencia de exceso de calorías, azúcares o grasas están prohibidos en los planteles educativos.
El Secretario del 15º Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, José Luis Cruz García, apoya la prohibición en educación básica y media superior, pero no en universidades. Considera que se protege la salud y el desarrollo integral de los niños, justificando así la limitación de sus derechos humanos.
México enfrenta una epidemia de sobrepeso y obesidad infantil, que afecta al 37.3% de los niños en edad escolar. Sin embargo, Cruz García se opone a aplicar estas restricciones en universidades, donde los estudiantes son mayores de edad y pueden decidir libremente sobre su alimentación.
En dos escuelas públicas y dos privadas de nivel primaria, padres de familia entrevistados afirmaron desconocer la venta de golosinas dentro de los planteles. Reconocieron que algunos niños llevan productos prohibidos en sus lunch, como chocolates, frituras y refrescos, sin saber que también está prohibido consumirlos. En las escuelas privadas, algunos padres admitieron haber detectado casos de niños vendiendo dulces a sus compañeros.
La reforma busca construir escuelas 100% libres de comida chatarra, pero enfrenta obstáculos prácticos. El reto para las autoridades educativas y sanitarias será educar y supervisar para convertir esta intención legal en una realidad cotidiana que proteja la salud de niños y adolescentes.