El nuevo prestamista regional, impulsado por Xi Jinping tras una década de negociaciones, marca un hito en la expansión económica de Beijing y desafía el dominio occidental en la gobernanza financiera internacional.

Tras años de resistencia y negociaciones, China logró un avance estratégico en su ambición por redefinir el orden financiero global: los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) aprobaron este lunes la creación de un banco de desarrollo regional, un proyecto que Pekín promueve desde 2010. El anuncio, realizado durante la cumbre anual del bloque en Tianjin, no solo fortalece la influencia económica de China, sino que también consolida a la OCS como un actor clave en la geopolítica actual, capaz de contrarrestar el peso de instituciones occidentales como el FMI o el Banco Mundial.
El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, confirmó el acuerdo al cierre del encuentro, destacando que la nueva entidad «impulsará la infraestructura y el desarrollo socioeconómico» en una región que abarca desde Asia Central hasta el sur de Asia. Aunque no se revelaron detalles sobre su capitalización o estructura, el banco representa una victoria diplomática para Xi Jinping, quien había instado a acelerar su creación horas antes. «Esta iniciativa, propuesta por China hace más de una década, finalmente se hace realidad», declaró Wang, subrayando el papel protagónico de Pekín en el proceso.
Un banco con sello chino: ¿por qué ahora y qué implica?
La aprobación del banco no fue un camino sencillo. Rusia, tradicional aliado de China en la OCS, se opuso durante años a la idea, proponiendo en su lugar que Pekín se integrara a un prestamista controlado por Moscú. Sin embargo, el contexto geopolítico actual —marcado por las sanciones occidentales a Rusia y la guerra en Ucrania— parece haber alineado los intereses de ambos gigantes. Analistas del Centro Carnegie de Moscú señalan que la dependencia económica de Rusia hacia China, acrecentada desde 2022, pudo inclinar la balanza a favor del proyecto.
El nuevo banco se suma a otras iniciativas financieras lideradas por Pekín, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII), creado en 2016, y la Nueva Ruta de la Seda. Sin embargo, a diferencia de estas, su enfoque será exclusivo para los miembros de la OCS, un bloque que incluye a potencias como India, Rusia, Irán y Pakistán, además de naciones de Asia Central. Esto le otorga un carácter estratégico y político, más allá de lo económico.
La OCS como plataforma de influencia: comercio, diplomacia y tensiones globales
La cumbre de Tianjin no solo fue escenario del anuncio del banco, sino también de declaraciones políticas contundentes que reflejan la visión del bloque frente a Occidente. Los países miembros emitieron un comunicado conjunto donde:
- Condenaron los ataques de EE.UU. e Israel contra Irán en junio, tildándolos de «grave violación del derecho internacional».
- Rechazaron las sanciones unilaterales, en clara alusión a las medidas occidentales contra Rusia, Irán y, más recientemente, China.
- Prometieron facilitar el comercio intrarregional, reduciendo barreras en un momento de creciente proteccionismo global.
El presidente Xi Jinping, por su parte, criticó el «monopolio de la gobernanza global» por parte de «unos pocos países» —sin mencionar directamente a EE.UU.— y abogó por un sistema multipolar. Su llamado a oponerse a las «prácticas de intimidación» resonó como un guiño a las tensiones con Washington, que en los últimos meses ha impuesto aranceles récord a productos chinos y indios.
Diplomacia en acción: Modi y Xi reconstruyen lazos, mientras la OCS expande su alcance
Un momento simbólico de la cumbre fue la reunión bilateral entre Xi Jinping y Narendra Modi, la primera en suelo chino desde 2017. Ambos líderes acordaron «reconstruir la confianza» en sus relaciones, afectadas por disputas fronterizas y la competencia por influencia en el Indo-Pacífico. El gesto adquiere relevancia en un contexto donde India y China enfrentan presiones comerciales de EE.UU., lo que podría acercar sus posturas en foros como la OCS.
Otro hito diplomático fue el establecimiento de relaciones formales entre Pakistán y Armenia, dos países con históricas tensiones. El intercambio de comunicados durante la cumbre subraya cómo la OCS se ha convertido en un espacio para resolver conflictos regionales, reforzando su papel más allá de lo económico.
¿Qué sigue? Desafíos y oportunidades del nuevo banco
Aunque el anuncio es un logro para China, su implementación enfrentará obstáculos:
- Financiación y gobernanza: Queda por definir cómo se repartirá el capital entre los miembros y si Pekín tendrá un rol dominante, como en el BAII.
- Rivalidades internas: India, por ejemplo, ha mostrado recelo ante proyectos chinos en el pasado, como el Corredor China-Pakistán.
- Competencia con otras instituciones: El banco deberá diferenciarse de prestamistas como el Banco de Desarrollo de los BRICS, también en expansión.
No obstante, su creación envía un mensaje claro: la OCS, con China a la cabeza, busca posicionarse como un polo alternativo de poder, capaz de ofrecer financiamiento sin las condicionalidades políticas que suelen imponer Occidente. En un mundo fragmentado por guerras comerciales y bloques antagónicos, este movimiento podría reconfigurar el tablero económico global en la próxima década.
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