Washington intensifica su guerra contra el tráfico de drogas con un ataque sin precedentes en aguas internacionales, mientras advierte: «No habrá tregua para los narco terroristas»

El gobierno de Estados Unidos escaló este martes su ofensiva contra el narcotráfico con un operativo militar que dejó al menos 11 muertos en una embarcación venezolana, presuntamente dedicada al transporte de drogas ilegales. El ataque, el primero confirmado desde el despliegue reciente de buques de guerra en el sur del Caribe, marca un giro agresivo en la estrategia antidrogas de la administración Trump y reaviva tensiones en una región ya convulsa.
Un operativo relámpago con advertencia clara
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ratificó este miércoles que la operación —ejecutada con «activos aéreos, marítimos y navales»— es solo el inicio de una campaña sin pausas. «Esta es una misión de vida o muerte para nosotros», declaró en una entrevista con Fox News, subrayando que cualquier otra embarcación identificada como vinculada a «narcoterroristas designados» enfrentará el mismo destino. Las palabras de Hegseth refuerzan el tono belicoso adoptado por Washington, que en los últimos meses ha incrementado su presencia militar en el Caribe bajo el argumento de combatir el flujo de estupefacientes hacia su territorio.
El presidente Donald Trump confirmó el balance de víctimas, aunque no ofreció detalles sobre la nacionalidad de los fallecidos ni el tipo de sustancias incautadas. Fuentes del Pentágono, citadas por medios locales, señalaron que la embarcación interceptada operaba en aguas internacionales, lo que evitaría conflictos jurídicos por violación de soberanía. Sin embargo, el gobierno venezolano aún no ha emitido una respuesta oficial al incidente.
Contexto: ¿Por qué el Caribe es ahora un frente caliente?
La región caribeña se ha convertido en los últimos años en una ruta crítica para el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos, especialmente desde que Colombia —principal productor mundial— y Venezuela enfrentan crisis políticas y económicas que facilitan el accionar de carteles. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), más del 90% de la cocaína que llega a EE.UU. transita por Centroamérica y el Caribe, con un aumento del 30% en incautaciones durante 2024.
El despliegue de buques de guerra anunciado por Trump en mayo —que incluye destructores y aviones de vigilancia— responde a esta realidad. No obstante, críticos como la Organización de Estados Americanos (OEA) han cuestionado el enfoque militarizado, advirtiendo que podría exacerbar la inestabilidad en países como Venezuela, donde el Estado ya enfrenta acusaciones de complicidad con grupos criminales.
¿Qué sigue? Tensión diplomática y preguntas sin respuesta
Mientras el Pentágono insiste en que las operaciones continuarán «sin restricciones», el ataque plantea interrogantes clave:
- Legalidad internacional: ¿Puede EE.UU. justificar el uso letal de la fuerza en aguas no territoriales sin evidencia pública?
- Impacto regional: ¿Cómo reaccionarán gobiernos como el de Nicolás Maduro, que ha denunciado previamente «injerencias» estadounidenses?
- Efectividad real: Históricamente, las estrategias militarizadas contra el narcotráfico han tenido resultados mixtos, con efectos colaterales como el desplazamiento de rutas o el aumento de violencia.
Lo cierto es que, con este operativo, Washington envía un mensaje contundente: la lucha contra las drogas ya no se limita a incautaciones o extradiciones, sino que incluye acciones directas —y letales— contra sospechosos. El costo humano y geopolítico de esta estrategia, sin embargo, sigue siendo un tema en disputa.
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