El Gobierno destinará 41,000 millones de pesos recaudados a tratar enfermedades vinculadas al azúcar, mientras el consumo sigue en niveles récord pese a las advertencias sanitarias.

El Gobierno mexicano anunciará este lunes un aumento del 88% al impuesto a las bebidas azucaradas, pasando de 1.64 a 3.08 pesos por litro en 2026, como parte de una estrategia urgente para reducir su consumo y financiar el tratamiento de enfermedades crónicas asociadas. La medida, incluida en el Paquete Económico 2026, busca desincentivar un hábito que —según datos oficiales— causa uno de cada tres nuevos casos de diabetes y uno de cada siete infartos en el país, además de generar costos millonarios al sistema de salud.
El secretario de Hacienda, Édgar Amador, explicó que los 41,000 millones de pesos que se recaudarán irán íntegramente a un fondo sanitario para atender complicaciones como diálisis, amputaciones y discapacidades derivadas del exceso de azúcar. «No es un impuesto recaudatorio, sino una política de salud con enfoque humanista», afirmó. La presidenta Claudia Sheinbaum respaldó la iniciativa y reveló que, pese a que el 88% de los mexicanos sabe que los refrescos son dañinos, el 30% los consume a diario y el 45% al menos una vez por semana.
México, líder mundial en consumo de refrescos
El país ocupa el primer lugar global en ingesta de estas bebidas: cada mexicano consume en promedio 166 litros al año, una costumbre que comienza en la infancia. Siete de cada diez niños y adolescentes las toman con frecuencia, incluso en el desayuno. Las consecuencias son devastadoras: en 2024, hubo 192,593 muertes por enfermedades cardiovasculares y 112,641 por diabetes, muchas vinculadas al azúcar.
El secretario de Salud, David Kershenobich, advirtió que el problema va más allá de las cifras de mortalidad. «Los pacientes pueden vivir hasta 10 años con discapacidad por complicaciones como fallas renales o amputaciones, y pierden una década de vida por este consumo», señaló. Incluso las versiones «light» o «cero azúcar» aumentan un 30% el riesgo de infarto, según estudios citados por las autoridades.
Medidas previas no han sido suficientes
Desde 2019, México implementó etiquetados de advertencia y prohibió la venta de refrescos en escuelas, pero el consumo persiste. La industria, sin embargo, niega los efectos dañinos de sus productos. Ante esto, Sheinbaum anunció que este jueves presentará nuevos estudios científicos y una campaña masiva para concienciar a la población.
«¿Sabías que una botella de 600 ml equivale a 15 cucharaditas de azúcar?», cuestionó Kershenobich en agosto. «Después de conocer los datos, ¿se la tomarían todos los días?«. La respuesta del Gobierno es clara: con el nuevo impuesto, buscan que la respuesta sea no.
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