Universidad implementa ferias, talleres y atención psicológica para prevenir crisis en jóvenes, mientras expertos alertan sobre factores de riesgo como aislamiento y redes sociales

Tras el homicidio de un estudiante a manos de un compañero en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur hace tres semanas, la UNAM intensificó sus programas de salud mental con ferias, talleres y atención psicológica gratuita. La medida responde a un llamado urgente de especialistas, quienes advierten que el caso es solo la punta de un problema más profundo: la vulnerabilidad de los jóvenes ante trastornos mentales, agravados por el aislamiento, la presión académica y la exposición a discursos de odio en redes sociales.
Un fenómeno multicausal
Ingrid Vargas Goicochea, psiquiatra e investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, subrayó que el enfoque no debe centrarse en criminalizar al agresor, sino en analizar los factores que llevaron a la tragedia. «Estamos ante una suma de elementos biológicos, sociales y académicos», explicó. Según la especialista, el cerebro de los adolescentes —cuya madurez completa se alcanza entre los 20 y 23 años— los hace especialmente susceptibles a tomar decisiones impulsivas, buscar pertenencia en grupos extremistas o caer en adicciones, especialmente cuando enfrentan abandono o falta de acompañamiento adulto.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respaldan esta alerta: uno de cada siete adolescentes (10-19 años) padece algún trastorno mental, como ansiedad (4.1% en menores de 14 años; 5.3% en 15-19 años) o depresión (1.3% y 3.4%, respectivamente). En México, el suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes de 12 a 24 años, después de accidentes viales con alcohol y homicidios.
Estrategias de la UNAM: de la prevención al acompañamiento
Ante este panorama, la universidad despliega acciones desde 2011 a través del Espacio de Orientación y Atención (Espora-Psicología), que en 2024 atendió a 5,000 estudiantes (75% reportó mejoría) y lleva 3,200 casos en lo que va de 2025. Los trastornos más frecuentes son depresión y ansiedad.
Además, desde 2021 se realizan ferias de salud mental en colaboración con la Escuela Nacional de Trabajo Social, donde se capacita a alumnos para diseñar estrategias de prevención entre pares. Temas clave incluyen regulación emocional, manejo de estrés y prevención de suicidio. «No se trata de evitar los problemas, sino de dar herramientas para enfrentarlos», señaló Olga Marina Robledo, del Departamento de Psiquiatría.
En la Facultad de Ingeniería —con 15,000 estudiantes—, el programa combina cursos en línea, talleres lúdicos y acompañamiento psicológico, aunque reconocen limitaciones: «Llegar a todos es imposible con los recursos actuales», admitió Claudia Loreto Miranda, responsable del área. La meta, agregó, es crear entornos seguros con participación de familias y comunidades.
El reclamo de los jóvenes: «Que nos escuchen»
Vargas Goicochea destacó que los adolescentes demandan validación emocional y adultos que los guíen sin juzgarlos. «Están en una montaña rusa de emociones; si no encuentran apoyo, caen en influencias peligrosas», advirtió. La OMS coincide: los factores de riesgo —como exclusión social, discriminación o falta de acceso a servicios— aumentan su vulnerabilidad.
Mientras la UNAM refuerza sus acciones, los expertos insisten en que la solución requiere políticas públicas integrales, desde revisar estructuras académicas hasta combatir el estigma alrededor de la salud mental. «El caso del CCH Sur debe ser un parteaguas», concluyó Vargas. «La pregunta no es solo qué pasó, sino qué estamos dispuestos a cambiar».
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