Mientras la inflación general se ubicó en 3.8%, los alimentos básicos en ciudades exigieron hasta 2,454 pesos por persona, con carnes y lácteos a la cabeza de los aumentos.

La canasta alimentaria en zonas urbanas de México registró un alza del 4.7% anual en septiembre de 2025, por encima de la inflación general (3.8%), según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este incremento obligó a los habitantes de ciudades a destinar al menos 2,454.74 pesos mensuales para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, 95 pesos más que en el mismo mes del año anterior.
El rubro que más presionó los costos fue el de alimentos y bebidas consumidos fuera del hogar, con un aumento del 7.6% anual. Sin embargo, los productos que más se encarecieron dentro del hogar fueron el bistec de res (18.7%) y la leche pasteurizada (9.2%), seguidos de cerca por la molida de res (17.7%), según el reporte del Inegi sobre las Líneas de Pobreza.
Zonas rurales: menor impacto, pero con alzas focalizadas
En contraste, en el ámbito rural el incremento de la canasta alimentaria (3.6% anual) quedó por debajo de la inflación. Allí, una persona requirió 1,850.65 pesos para acceder a los alimentos esenciales, 65 pesos más que en septiembre de 2023. Al igual que en las ciudades, los alimentos fuera del hogar (7.6%) y las carnes de res —con aumentos de hasta 18.7%— fueron los principales responsables del alza.
Contexto: ¿Por qué suben más los alimentos que la inflación?
El comportamiento diferenciado entre zonas urbanas y rurales refleja patrones de consumo distintos. Mientras en las ciudades el gasto en comida fuera de casa (restaurantes, fondas o comida para llevar) tiene mayor peso, en las áreas rurales predomina el consumo de productos básicos como granos y lácteos. Sin embargo, la escalada en precios de carnes y lácteos —afectados por factores como la sequía, costos de producción y demanda— impactó a ambos sectores, aunque con menor intensidad en el campo.
Este escenario se suma a la tendencia de los últimos años, donde los alimentos han registrado alzas superiores a otros bienes y servicios, erosionando el poder adquisitivo, especialmente de los hogares con menores ingresos.
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