
Sin lugar a dudas, con Donald Trump en el poder, la estrategia de alianzas comenzará a dinamitar las relaciones y el multilateralismo en América Latina.

Los resultados electorales en Ecuador reflejan la división de los latinoamericanos entre ideologías confusas de izquierda y derecha, y el apoyo a políticos populistas. Con una población de 18 millones, Ecuador es relevante geopolíticamente y ha sido hogar del ideólogo de la izquierda populista, Rafael Correa.
Tras los últimos resultados, el correísmo parece estar liquidado en el país. Su error fue no reinventarse y construir realidades basadas en mentiras. Por otro lado, el partido Acción Democrática Nacional (ADN), aliado de Donald Trump, se posiciona como la nueva fuerza política hegemónica.
Daniel Noboa, del partido ADN, ganó las elecciones con el 99% de los votos escrutados, superando a Luisa González, del partido Revolución Ciudadana y Movimiento (RETO). A pesar de las acusaciones de fraude por parte de González, el proceso electoral fue validado como pacífico y transparente.
Ecuador se encuentra entre dos ejes ideológicos distintos en Latinoamérica, con Perú gobernado por Dina Boluarte, quien inició su carrera política en la izquierda pero terminó en la derecha, y Colombia gobernado por el izquierdista Gustavo Petro. La región está polarizada entre izquierda y derecha, con dictaduras infames en Nicaragua y Venezuela, y países sin gobierno como Haití.
Con Donald Trump en el poder, se espera que la estrategia de alianzas dinamite las relaciones y el multilateralismo en América Latina. La contraparte moderada y de izquierda, liderada por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y Lula da Silva, tendrá la tarea de equilibrar los destinos del continente frente a un descontrolado Donald Trump. Mientras tanto, la región vive una intensa etapa de sombras, donde el progreso no se verá reflejado de igual manera en todos los países. La izquierda y la derecha, y sus radicalismos, siguen dejando mucho que desear en sociedades aún lastimadas.