
El desafío de la IA en la educación

La academia enfrenta el reto de integrar la inteligencia artificial (IA) sin perder el pensamiento crítico. Mientras empresas como Nvidia o Duolingo la impulsan, universidades en Francia, Nueva York o Hong Kong la prohíben por temor al plagio o la deshumanización del aprendizaje. Sin embargo, vetarla por completo es obsoleto, pues la IA ya es una herramienta clave, como lo fueron en su momento las calculadoras o los correctores ortográficos.
División de posturas
Gobiernos como el de Donald Trump promueven su adopción para liderar en tecnología, pero hay casos de conflicto, como una alumna que demandó a su universidad por usar ChatGPT en clase a pesar de prohibirlo. El problema no es la IA en sí, sino su uso superficial (ej.: generar contenido banal en redes) en lugar de explotar su potencial para el análisis y la productividad.
La solución: educación con criterio
La clave está en enseñar a usarla con ética y creatividad. Jensen Huang, CEO de Nvidia, advierte: «La IA no reemplazará a las personas, pero quienes la dominen reemplazarán a quienes no». Las instituciones deben formar docentes, actualizar planes de estudio y fomentar el juicio crítico para evitar quedarse atrás.
Ignorar este debate significa renunciar a educar para la autonomía intelectual. La academia debe liderar el cambio, integrando la IA de manera reflexiva para preparar a ciudadanos más libres y productivos.