José Cortazar Navarrete– Mérida, Yuc.- Las festividades del Hanal Pixán marcaron su presencia en la Plaza Grande, con la tradicional muestra de altares de los municipios en los que significó la presencia de los difuntos y la convivencia de los vivos con muchos alimentos, música y rezos.
Los vistosos altares traídos desde las comunidades del interior del estado, se presentaron mostrando el sincretismo religioso espiritual y las costumbres mayas, estableciendo la singularidad de la forma y particular manera en la que los yucatecos viven estas celebraciones apegadas a su origen e identidad.
Los altares de muertos, ricamente dotados de alimentos, flores, bebidas, incienso y oraciones forman parte de una tradición ancestral para los habitantes peninsulares, que combinando las fiestas católicas de los fieles difuntos se han mezclado con valores y representaciones mayas en una simbiosis de creencias.
La fiesta tradicional de muertos en el país se establece desde diferentes óptimas y formas de representación. En Yucatán, las características de este encuentro (entre vivos y muertos) marca una estrecha forma de comunicación entre las personas, las representaciones, la aplicación de los recursos en su función, se acentúa dependiendo de las costumbres que se entregan de familia en familia, muchas veces de manera oral.
De manera particular, la celebración del Hanal Pixan es una cita esperada, una celebración a los difuntos, que acerca a las familias yucatecas que se preparan y abarrotan los mercados en busca de los elementos que conforman el altar para los difuntos, los ingredientes para preparar la comida y toda la ornamentación que integran estos altares.
Hilaria Mass Collí, antropóloga, maestra e investigadora de la Unidad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Yucatán, establece que, hay diferencia entre un altar de casa y uno que se presenta a concurso, como muchas veces sucede, donde hay distancias en las cantidades y varieda de productos que se colocan.
Cada presencia tiene un significado, detalla la docente, ya que, es importante definir a la o las personas a quienes estarán dedicado cada altar. Con ello se definirá imágenes, presencia, colores y también tipos de alimentos y bebidas, explicó.
En cada altar, hay una representación de la cruz, que se significa por tratarse de una celebración católica, la cruz de Cristo es el elemento que representa a todos los que practican esa religión.
Las velas, también tienen un significado, ya que si entre las personas dedicadas en el altar hay niños, se usan de colores; si son adultos, se usa negro o blanco.
Las flores son un elemento importante, que también pueden variar, son elementos que visten y arropan la presencia de las ánimas. Este elemento puede variar y su uso no es tan riguroso. Originalmente, antes, las flores no tenían que comprarlas, porque en las casas abundaban. La gente pone lo que tiene en su casa, así que en este aspecto no tiene que ser tan riguroso su uso, la gente coloca las que tiene en casa, destacó.
El incienso, es también muy importante, cumple con la función de llevar el olor de la comida que se coloca el altar hasta nuestros familiares ya fallecidos, es como una invitación a bajar al mundo de los vivos para que prueben la comida que hicimos en su honor, señala la investigadora.
En la mesa debe de presentarse un vaso con agua, que es siempre un elemento simbólico, que se visualiza como digestivo para las ánimas y para que “embuchen” después de comer, establece. Con todo ello, la o las fotografías , que suelen ser representativos de las o los difuntos que se espera regresen para convivir con los vivos, es una clara presencia de aquellos a quienes se recurda y se evoca para convivir nuevamente, establece.
También hace presencia el mantel, que para los niños puede ser uno de colores, mientras que para los adultos debe ser de color blanco. Su significado es puramente ornamental. Para los difuntos olvidados o que no tienen quién les rece, se pone una mesa aparte y se les coloca comida también, aun que no se dediquen alimentos específicos.
Esto se establece en el altar de los difuntos que se mueren en algún accidente como terremotos o huracanes, que no tienen quien les rece, entonces, nosotros los vivos tenemos la obligación de rezar por ellos y recordarlos este día. No es ponerlo aparte sino junto al mismo altar”.
Por último, en la ofrenda se pueden colocar otros detalles que cumplan con los gustos de los fallecidos: “Si se trata de un altar para niños, vamos a poner sus juguetes preferidos y para los adultos, pondremos las cosas que más apreciaban en vida”.
Otro aspecto importante es la comida, es uno de los elementos principales del altar. En las las celebraciones, las familias acostumbran presentar tres comidas, ofreciendo guisos que los difuntos solían disfrutar cuando estaban vivos.
Con los guisos tradicionales para los difuntos, las frutas, el xek, dulces, postres, viandas como yuca, son algunos de los muchos productos que se colocan en la mesa, si entre los difuntos hay niños, se colocan caramelos, chocolates
La docente establece que, el 1 de noviembre, fecha en la que se recuerda a “todos los santos”, se acostumbra que en el desayuno se sirvan panes grandes, tamales, el tobijoloch, el atole nuevo o el chocolate. Algunas familias de los pueblos preparan el k´aj, que es el maíz quemado que se muele para hacer atole. Se ponen las velas blancas o negras.
Finalmente, terminado el rezo del desayuno, se reparte todo y ahora se prepara el xek para poner en el altar. Se coloca la comida con caldo, como el relleno negro o el escabeche, respetando el gusto del difunto. Puede ser también cochinita, si es que le gustaba, o el tradicional pib o mucbipollo; también su cerveza”, por señalar algunos de los detalles, expuso.