

Nuevamente la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos alertó al gobierno mexicano de un sitio web utilizado para transmitir contenido sexual con niños, niñas y adolescentes o dirigido a ellos.
El sitio, que afirma ser “la mayor comunidad de video en línea gratis del mundo”, conecta personas al azar para chats de texto o video sin comprobar su edad, por lo que delitos contra menores como abuso y acoso sexual, pederastia, tráfico, hostigamiento y pornografía pueden ser facilitados.
Tras recibir denuncias en materia sexual y actividad en línea donde aparecen o se representan menores de edad, el equipo de investigaciones cibernéticas de esa oficina navegó por el sitio por unas 10 horas, tiempo en que enlazó a los agentes con menores; “parecieron tener siete u ocho años”, señalaron.
“Durante dos horas se conectaron al azar con 12 hombres masturbándose, ocho desnudos y siete anuncios pornográficos. Al parecer, se vio a niños participando en actos sexuales moderados por el sitio web”, detallaron.
En marzo de 2021 el organismo alertó a los países que el interés de cibernautas se había disparado con relación a 2020, principalmente EU, Reino Unido, India y México; a empresas que brindan el sistema operativo para navegarlo (Apple y Android), así como al mismo sitio web Omegle y a Tik Tok, que fungió como enlace a la red, pues la etiquetaban en sus videos.
El gobierno de México respondió en junio de 2021 citando la legislación y protocolos en materia de protección a menores, así como para la persecución y castigo de ciberdelitos sexuales.
Pero evadió la solicitud de información sobre estrategias para casos derivados de esta plataforma y no alertó a la ciudadanía.
La página ofrece opciones de textear o videollamar a extraños en un sitio que supuestamente es moderado; sin embargo, también es un puente a espacios no moderados en los que Omegle se deslinda de toda responsabilidad por el contenido y servicios que ahí se encuentren. MILENIO visitó el sitio web y corroboró el contenido descrito por la ONU.
Juan Martín Pérez, coordinador de Redes Tejiendo Infancia en América Latina y el Caribe, detalló que la violencia sexual digital es sustentada por redes que ganan dinero por publicidad, venta de información e interacciones, y se convierten en una variante de la explotación sexual.
Se tratan de acciones cubiertas legalmente para que no se acuse al sitio de que está promoviendo la pornografía “ya se lo aprendieron todos los sitios y ahora hacen puentes”, remarcó el titular, “redirigen a una página que todavía es legal y a su vez tienen enlaces internos a sitios ilegales, detrás de los cuales hay víctimas”.
La operación de ciberdelincuentes sexuales converge con la tendencia a criminalizar la interacción de infancias y adolescencias con el mundo digital, pese a que el medio no es más que un vehículo de consumo cultural. Aunado a lo anterior, la falta de políticas públicas para la alfabetización digital desencadena que el crecimiento y el desarrollo del mundo virtual se vuelva directamente proporcional a la vulnerabilidad de las personas, abundó el activista.
La plataforma analista de datos, Semrush, reveló que Omegle pasó de 34 millones de visitas en enero de 2020 a 56 millones en el mismo mes de 2021, en el mundo; en 2020 analistas atendieron 68 mil informes de contenido de abuso sexual infantil autogenerado, 77 por ciento más respecto a 2019.
Los Estados están obligados por derecho internacional a adoptar medidas adecuadas para prevenir, investigar y reparar las violaciones de los derechos humanos, por lo que se considera que incumplen, en este caso, al no implementar medidas claras para mejorar la identificación de las víctimas, cabe mencionar que la detección de la explotación y el abuso sexual por vía electrónica no conduce necesariamente a ello.
En ese sentido, Juan Martín refirió que México cuenta con una policía cibernética con mucha pasión, pero con equipos básicos, sin formación actualizada y sin la capacidad de articulación real para lograr detenciones. “Todo lo que se logra de detenciones en el caso mexicano vinculado a redes de explotación sexual internacional es porque vienen de Europa o Estados Unidos”.
Fuente: Milenio