
José Cortazar Navarrete.- Mérida, Yuc. 1 de feb.- La pérdida de zonas costeras, ciénagas, humedales y dunas está ocasionando un impacto importante al litoral yucateco. Según reportes de especialistas e investigadores, en la Peninsula de Yucatán, la invasión de diferentes zonas de la ciénaga con asentamientos humanos ilegales, desarrollos habitacionales y hoteleros, lotificación y explotación de playas y la explotación petrolera ha ocasionado la pérdida de cerca de 40 mil hectáreas de manglares.
En el marco del Día Mundial de los Humedales, que se conmemora el 2 de febrero, la organización internacional Oceana pidió frenar la pérdida de estos ecosistemas que son clave para enfrentar la crisis climática que, entre otros impactos, intensifica los desastres naturales que suelen afectar a los más pobres.
De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), México ha perdido el 60 por ciento de sus humedales, en tanto que, el planeta ha resentido este mismo daño en cerca del 35 por ciento entre 1970 y 2015.
Los humedales abarcan lagos, ríos, acuíferos subterráneos, pantanos, marismas, turberas, manglares, entre otros ecosistemas que tienen como característica común la abundancia de agua y zonas de alta producción biológica que, en conjunto con la cobertura vegetal hacen de estos sitios grandes almacenes de bióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero que causa el calentamiento global.
En Yucatán son numerosas las denuncias que se han publicado por especialistas, estudiosos y científicos que estudian este problema y que está ocasionando serios daños a la flora y fauna del litoral, incluso a especies marinas que anidan e incuban en los manglares.
En el pasado Congreso Internacional de Cambio Climático que se realizó en Mérida en octubre pasado, especialistas de la Unidad de Ciencias del Mar del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Polictécnico Nacional (Cinvestav-IPN) expresaron su preocupación por el alto impacto que han tenido las costas de la Península de Yucatán y la pérdida de manglares.
En su caso, Yucatán, Campeche y Quintana Roo han resentido el impacto ante el crecimiento poblacional, proyectos y desarrollos urbanísticos no autorizados, además de desarrollos inmobiliarios en áreas sensibles para las zonas de humedales.
Sobre este tema, Miguel Rivas, director de Santuarios Marinos de Oceana en México señaló que “a pesar de su importancia, las estimaciones señalan que los humedales se pierden hasta tres veces más rápido que los bosques en el planeta”.
Entre los impactos de la pérdida de humedales destacan las afectaciones a las rutas migratorias de aves que usan estos ecosistemas para descansar y alimentarse, así como una mayor vulnerabilidad ante el impacto de tormentas y huracanes.
En México existen 144 sitios RAMSAR (3) por su importancia internacional y aunque muchos de ellos están protegidos, no se ha logrado detener su degradación. Las principales causas del deterioro de estos ecosistemas son el cambio de uso de suelo, el turismo descontrolado, el crecimiento urbano desregulado y la falta de cumplimiento de las leyes vigentes.
Oceana hizo un llamado a las autoridades locales, regionales y nacionales para desarrollar esquemas y programas que permitan incrementar la inspección y vigilancia en estas zonas y asignar los recursos correspondientes para asegurar su protección.
En el mismo tenor, el investigador Jorge Herrera Silveira quien presentó una ponencia en el Congreso Cambio Climático Yucatán 2023, urgió los tres niveles de gobierno de la Península de Yucatán a incluir la agenda ambiental a la economía.
Señaló que, la industria, porcícola e inmobiliaria, el crecimiento desordenado de los desarrollos turísticos “tienen agarrado” a los tres estados de la zona y es preciso establecer estrategias para diversificar la economía, sin poner en riego las condiciones sustentables, aseveró
El invesigador y docente de la Unidad de Ciencias del Mar del Cinvestav destacó la urgencia de establecer cuotas a estos rubros económicos y poner orden en el desarrollo y crecimiento económico. Explicó que, es claro que el desarrollo inmobiliario está dañando al medio ambiente, por ello, no se puede detener el desarrollo, pero sí ordenarlo, aplicar medidas que permitan que ese impacto se mitigue, dijo.
Herrera Silveira argumentó que, la pasividad de la sociedad es un factor clave para que estos problemas sigan creciendo y se mantenga el desorden. Una solución, repuso es, crecer hacia arriba, continuar ampliando desarrollos inmobiliarios pero con vivienda vertical y cuidando el entorno, protegiendo espacios y condiciones de la biodiversidad, apuntó.