
La opción de volver a traer a nuestro aquí y ahora la grandeza y espectacularidad de animales que sólo con contemplar sus impresionantes fósiles en los museos ya nos ponen la carne de gallina ha sido un sueño que muchos hemos tenido desde pequeños.

La desextinción de especies, un concepto que ha fascinado durante décadas, plantea desafíos significativos en tres niveles: laboratorio, naturaleza y conciencia.
Aunque la ingeniería genética ha avanzado, el punto de partida sigue siendo un obstáculo, ya que rara vez se encuentran genomas completos en restos óseos de animales extintos.
La empresa Colossal Biosciences recientemente anunció la «resurrección» del lobo gigante, pero en realidad modificó el ADN de un lobo gris actual utilizando la técnica CRISPR-Cas9, creando así un sucedáneo en lugar del animal extinto original.
Sin embargo, la desextinción no solo enfrenta problemas técnicos, sino también éticos y ecológicos, como la viabilidad de las especies resucitadas en entornos cambiados y el impacto potencial en el ecosistema. En lugar de crear «Parques Jurásicos», sería más beneficioso aplicar este conocimiento para prevenir la extinción de especies actualmente vivas y en peligro.