
¿Es justo que los profesores la utilicen para calificar los ensayos de los alumnos si ellos mismos les han prohibido hacerlo para escribirlos? Esa es la duda en el sector

La inteligencia artificial (IA) está ganando terreno en las escuelas, pero surge una paradoja: mientras los educadores intentan limitar su uso por parte de los estudiantes para evitar trampas y ataques, los profesores la emplean cada vez más para ahorrar tiempo en tareas rutinarias y externalizar trabajos significativos como corregir ensayos y dar clases particulares.
Esta tensión ha generado cuestiones éticas, como si es justo usar la IA para calificar ensayos cuando se prohíbe a los estudiantes utilizarla para escribirlos. Los directores escolares se enfrentan a dilemas al lidiar con afirmaciones de marketing sobre cómo la IA podría transformar, personalizar y acelerar el aprendizaje.
Algunos educadores expresan preocupación porque las empresas tecnológicas invierten recursos en aplicaciones de IA, como bots de tutoría, que alteran las relaciones humanas en el núcleo de la enseñanza en lugar de crear herramientas para aliviar las cargas burocráticas.
Entre los estudiantes de secundaria circula el rumor de aplicaciones gratuitas de IA que resuelven problemas matemáticos al tomar una foto y mostrar la solución paso a paso. Alex Baron, administrador de la EL Haynes Public Charter School, considera estas aplicaciones una forma de trampa, aunque reconoce algunos usos convincentes de la IA en su trabajo, como analizar datos académicos y de comportamiento de los estudiantes para ofrecer apoyo específico.
Varias de estas aplicaciones de matemáticas populares son propiedad de Google. Robert Wong, director de gestión de productos de aprendizaje y educación de Google, afirma que estas herramientas son valiosas para estudiantes cuyos padres no pueden ayudar con la tarea de matemáticas y sugiere que hacer trampa tiene más que ver con la falta de atención en clase que con el acceso a la IA.
Jon Gold, profesor de historia de secundaria en Providence, Rhode Island, encuentra útil la IA generativa en la planificación de lecciones. Entrenó a ChatGPT con materiales de su plan de estudios para generar material útil, como resúmenes de lecturas largas o ensayos ficticios que muestran la diferencia entre un ensayo eficaz y uno sin pruebas sólidas. Gold cree que la transparencia es clave y explica a los estudiantes cómo utiliza la IA para modelar un uso ético.
Sin embargo, escribir es una tarea difícil para los estudiantes, y algunos pueden sentirse tentados a pedirle a la IA que lo haga por ellos. Gold habla con sus estudiantes sobre cuestiones éticas complejas en torno a cómo los chatbots se basan en material protegido por derechos de autor y consumen mucha energía.
Empresas como MagicSchool y Brisk Teaching ofrecen productos de IA que dan retroalimentación instantánea sobre la redacción de los estudiantes, y la calificación automatizada también se aplica en escenarios de alto riesgo, como exámenes que determinan si los estudiantes se gradúan de la escuela secundaria. En 2020, Texas firmó un contrato de 391 millones de dólares con Cambium Assessment para automatizar la calificación de redacciones de estudiantes, aunque los funcionarios escolares de Dallas se quejaron de que el software calificó algunas preguntas de los exámenes estatales con puntajes más bajos de lo esperado.
Los estudios demuestran que los humanos también pueden tener sesgos y cometer errores al calificar redacciones, y que las formas avanzadas de IA generativa pueden calificar de manera precisa y consistente las tareas de redacción simples. En los últimos dos años, las empresas que trabajan en el nexo entre la inteligencia artificial y la educación han recaudado 1.500 millones de dólares. Los principales actores en tecnología educativa, como Google, Microsoft y Khan Academy, también han promocionado la IA para la investigación de los estudiantes, la tutoría y la planificación de lecciones de los profesores.
Los directores de los centros educativos están analizando qué tecnologías podrían llegar a ser esenciales y cuáles deben descartarse. Pero muchos educadores y responsables de políticas públicas no están familiarizados con la IA. Mike Sullivan, profesor de matemáticas de secundaria en Brockton, Massachusetts, calcula que aproximadamente la mitad de sus alumnos utilizan solucionadores de problemas como Google Lens, aunque algunos lo usan durante exámenes en clase. A pesar de todo, le gustaría tener acceso a una herramienta de IA que facilitara la transferencia del trabajo de los estudiantes producido en papel a un libro de calificaciones digitales.