Un estudio que analizó resonancias de más de 27 mil adultos encontró que los malos hábitos de sueño aceleran el deterioro cerebral hasta en un año, siendo esta relación más marcada en hombres.

El proceso de envejecimiento cerebral es inevitable, pero un nuevo estudio publicado en la revista eBioMedicine concluyó que la mala calidad del sueño actúa como un acelerador del deterioro cognitivo y estructural. La investigación, liderada por la neurobióloga Abigail Dove de la Universidad de Oslo, analizó datos detallados de más de 27 mil habitantes de Reino Unido de entre 30 y 70 años.
El sueño como factor de envejecimiento acelerado
El equipo de investigación evaluó la calidad del sueño de cada participante basándose en cinco factores (cronotipo, duración del sueño, ronquidos, somnolencia e insomnio), asignando un puntaje de calidad. Al comparar la edad cerebral estimada con la edad cronológica, los resultados fueron claros:
- Efecto de Aceleración: Por cada punto restado en la calidad del sueño, el cerebro parecía seis meses más viejo de lo que indicaba la edad cronológica.
- Impacto General: En promedio, quienes tenían malos hábitos de sueño mostraron cerebros que parecían casi un año mayores.
- Diferencia de Género: Aunque las mujeres suelen reportar peor calidad de sueño, la relación entre sueño deficiente y envejecimiento cerebral fue más marcada en hombres, un resultado que abre nuevas vías de investigación.
Las conclusiones coinciden con estudios previos que asocian dormir mal con el adelgazamiento de la corteza cerebral, atrofia cerebral y reducción del volumen del hipocampo. La principal hipótesis detrás del deterioro es la inflamación sistémica, ya que las alteraciones al dormir promueven un cambio que afecta directamente el sistema nervioso.
La falta crónica de descanso se asocia a otros problemas de salud como duplicar el riesgo de prediabetes, elevar la presión arterial e incrementar los niveles sanguíneos de hormonas del estrés y sustancias que indican inflamación. La medición de la «edad cerebral» es propuesta por algunos científicos como una herramienta de diagnóstico temprano para el deterioro cognitivo, incluido el Alzheimer.
La información y los datos provienen de MILENIO, con base en el estudio publicado en la revista eBioMedicine y declaraciones de la neurobióloga Abigail Dove de la Universidad de Oslo.
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